Uno de los deportes de mayor trayectoria y de los más admirados alrededor del mundo es el tenis. Personas de distintas partes del globo se congregan en eventos y frente a los televisores y las radios cuando hay torneos de tenis, debido a la pasión que este deporte ha despertado a lo largo de la historia. No obstante, no es tanto lo que se suele saber sobre el mismo y, en particular, sobre sus orígenes. En esta ocasión, nos interesa particularmente hablar de ello, de su historia y de cómo surgió para llegar a lo que es hoy: uno de los deportes más valorados a nivel mundial.
Los primeros pasos del tenis
Para hablar del origen del tenis, nos tenemos que situar en Persia y en Egipto, un total de seis siglos antes de Cristo. En ese entonces, se practicaba un claro antecedente de este deporte, con la salvedad de que, entonces, se jugaba con la mano y no con raquetas. A medida que el tiempo fue pasando, tanto los romanos como los griegos se fueron aficionando a este juego, expandiéndose luego por los países del Mediterráneo.
Un dato de color para ubicar la historia del tenis tiene que ver con el rey Luis X de Francia. Si bien esto no es algo que esté corroborado por la falta de registros históricos confiables al respecto, hay mitos que dicen que este rey habría muerto de un enfriamiento luego de una partida de tenis, en el año 1316. El deporte, sin embargo, se iba extendiendo sin reparos entre la corona, haciendo público el gusto personal que el Rey Carlos I de España tenía por este juego con pelota que no era el tenis que conocemos en la actualidad, pero que era similar y que funciona como antecedente.
El tenis y los reyes ingleses
Se dice que uno de los grandes tenistas en este sentido era el Rey inglés Enrique VIII, famoso por las decapitaciones de sus esposas y por la separación de Inglaterra respecto de la Iglesia Católica y la creación de la Iglesia Anglicana. Este popular monarca era un excelente tenista. Tanto así que, en 1530, construyó un conocido sitio llamado Hampton Court, para poder practicar este deporte. Además, su hermano Enrique VII era un gran deportista, invitando en 1506 a jugar una partida de tenis al rey de Castilla, Felipe I El Hermoso, contra el marqués de Dorset, en Windsor.
Pero los antecedentes del tenis no se pueden pensar solamente en términos masculinos. La gran reina de la historia del Reino Unido, hija de Enrique VIII, Isabel I de Inglaterra, era una gran entusiasta del tenis. No obstante, según se ha dicho, se limitaba a ver cómo su padre lo jugaba en terrenos especialmente acondicionados para ello. Si bien no era su práctica, era una de las grandes apasionadas por este deporte.
Con el paso del tiempo, otros reyes de la corona inglesa se fueron sumando a esta pasión. Tal es el caso de los reyes Carlos I y Carlos II, quienes eran grandes tenistas. Tanto así, que tomaron la decisión de construir sus propios sitios de juego con este fin específico.